El parque 9 de Julio amanecía con una mezcla de nervios y emoción. Era el día de la media maratón de LA GACETA, pero nosotros estábamos allí para los 3K participativos. No era para mí una carrera de tiempos ni de podios: se trataba de compartir, de estar en movimiento y, lo mejor de todo, de hacerlo con mi hijo de dos años.
Entonces el ambiente se llenó de una energía única. Padres, madres, abuelos y niños se mezclaban en el camino, cada uno con su propio ritmo.
Lo emocionante no era solo estar allí con mi hijo, sino ver cómo esta actividad convocaba a personas con diferentes historias. Un grupo de jóvenes con banderas que llevaban mensajes de inclusión caminaba cerca de nosotros, mostrando que el deporte es un espacio para todos.
Al cruzar la meta, con mi hijo sonriendo, supe que lo importante fue haber estado allí, compartiendo con él y con tantos otros ese pequeño gran logro. El deporte, a cualquier escala, tiene el poder de conectar, de hacernos sentir parte de algo más grande que nosotros mismos.